sábado, 10 de marzo de 2007

Jonathan Crane (I)

Es el nombre de uno de mis personajes de juegos de rol.

En este caso el juego es Kult. Para los que no lo conozcan decir que se trata de un juego en el que los jugadores encarnan el papel de personajes pasados de rosca, personas que han tocado fondo, a las cuales les da lo mismo vivir que morir.

En este punto es cuando estos personajes descubren la realidad que se oculta a nuestros ojos y entonces es cuando empieza la historia.

Cuando empecé a jugar trate de recoger en relato cada una de las sesiones de juego. Supongo que no serán obras maestras de la literatura moderna, y que nunca serán publicadas en papel, pero aquí están.

Para los que nunca han jugado a rol, esto es lo que le ocurren a los personajes que uno puede manejar.

Estas sesiones se jugaron en el primer cuatrimestre de 1998.

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Jonathan Crane

El comienzo.

Mis andaduras en este mundo oscuro y cruel empiezan en el año 1993, justo unos días antes de Navidad. Y mi objetivo principal es velar por la vida de un tal Nick Mason.
Hasta el momento no se nada de el, solo que es un músico de estos modernos. Antes de seguir, te contare mi historia, mis secretos...

Nací algún día, hace unos 35 años. De mi madre poco se, solo que a los 5 años se me puso a disposición de los adoradores. No se trata de una secta, no están bien organizados ni nada, pero hay gente con recursos entre ellos, y eso les hace fuertes y poderosos. Que de que va esta gente ?, pues son adoradores de Chagidiel. Poco se de el, lo único que puedo decirte, es que nadie le ha visto, no se sabe como es, siempre se comunica con los mortales a través de enviados. Es algo malvado, y sus retorcidos actos caen siempre sobre niños y mujeres. Maltratados, apaleados, violados, sodomizados, hasta llevarlos a las puertas de la muerte.
Poco recuerdo de mi infancia..., o poco quiero recordar.

Con el tiempo, y sin saber porque, se me comenzó a instruir en las artes del combate cuerpo a cuerpo. Con que propósito?, no lo se claro, pero me imagino que este tipo de gente necesita protección, y pensaron que yo se la podría dar, ilusos, descubrieron su error demasiado tarde.
Tengo un compañero, la única persona que puedo considerar de confianza. Ambos hemos entrenado juntos. Pero hay algo distinto en mi. Cuando el ya había llegado a los limites suponibles para un ser humano, pudimos comprobar que yo seguía y seguía progresando, como si no tuviese limite. Soy mas rápido, mas fuerte, mas resistente. En todos esos aspectos supero a cualquier mortal que se me plante en cara. Además, he podido comprobar que con las manos desnudas soy igual de peligroso que la mas mortífera de las armas.

Y después de muchos años, me dijeron que llego el día de mi iniciación. No se a que se referían, ni de que podría tratarse, pero hasta la fecha todo había ido bien, bueno, eso creía.
Nos metieron a Bud (mi compañero) y a mi, en una especie de sala de espera. Detrás de una puerta se oían una especie de gemidos o de llantos, pero no quise escuchar.

Comenzó a llegar gente, tipos trajeados, con sus maletines y sus guardaespaldas. Había algún oriental entre ellos. Y un tipo insultantemente gordo, unos 200 kilos se podría decir que pesaba. Me sentía incomodo en aquella sala, con todos aquellos tipos mirándome.
Y apareció mi padre. Poco contacto he tenido con el, y creo que poco contacto tendré. Parece que es de los mas importantes, un directivo de una gran empresa multinacional.

Llevaba puesta una túnica morada, y nos trajo a Bud y a mi un par de túnicas blancas, nos dijo que nos las pusiéramos. Y así hice, me retire la chaqueta del chandal y me la puse encima del pantalón de deporte y la camiseta. Por supuesto, no me quite ni la pistola (que llevo en la sobaquera izquierda), ni el cuchillo de combate (uno de esos que usan los comandos y las tropas de elite), siempre a la espalda.

Al rato volvió mi padre y me dijo que tenia que quitármelo todo, y solo tener puesta la túnica. No tenia ninguna razón para no hacerlo, así que me quite la camiseta, las zapatillas, los pantalones, la pistola y el cuchillo. Pero si algo había aprendido en los años de instrucción, es que nunca debería de separarme de mis armas, pues son parte de mi. Bud me advirtió que no debería guardarme el cuchillo, pero no le hice caso, el cuchillo a la espalda, a la altura de los riñones.

Al parecer llego la hora de mi iniciación. Mi padre me insto a acompañarle, le seguí a través de la puerta de la que provenían los gemidos. Ahora nos encontrábamos en una sala mas pequeña, con una mesa y un par de sillas. También había un maletín.

Ahora los gemidos se hicieron mas patentes, inundaron toda mi mente, y me helaron el corazón. Algo que llevaba mucho tiempo dormido para mi, comenzaba a despertar.

Me quede parado, paralizado. Mi padre me dijo algo, pero no le entendí palabra. Quise acabar, y fui yo quien abrió la puerta, y me encontré con la peor de mis pesadillas. En una especie de altar de madera, había un niño esposado, a cuatro patas, con la cara sobre el altar, llena de golpes, de brechas, cerca de la inconsciencia, a punto de morir. Detrás del niño, y frente a la puerta, estaban en fila todos y cada uno de los tipos que habían entrado antes, totalmente desnudos, y mirando al niño con los ojos fuera de las órbitas.

Otra vez paralizado, ahora como flashes pasaban por mis ojos, las mismas habitaciones, el mismo altar, las mismas caras, el niño, el niño, el niño... me vi a mi en el altar !!!. Empezaba a comprender, pero una rabia irrefrenable recorría todas mis venas. La voz de mi padre : “Es tu iniciación : VIÓLALE !”. Es lo que necesitaba, que alguien apretara el gatillo, y la mortífera arma quedaría libre para matar.

En un acto instintivo tuve el cuchillo empuñado, un grito de rabia e ira me salió de lo mas oscuro del alma e inundo toda la habitación. Desgarre el atuendo que me habían hecho vestir. Salte por encima del niño, y me encare al primero de la fila.
Tenia una expresión de complacencia, que solo le duro unas décimas de segundo, pues el brillo del cuchillo le hizo adivinar su fatal desenlace. Murió en el acto, con el corazón partido en dos, una certera estocada. Aunque con ansias de sangre y sed de venganza, repare en las armas que estaban intentado sacar los dos guardaespaldas que había en la habitación.
El siguiente, el gordo insultante. Lo agarre con mi mano izquierda, y mientras tiraba de el con todas mis fuerzas, oí como crujían los huesos de su brazo. Un instante después se encontraba aplastando a uno de los guardaespaldas.
Con un salto felino, volví a sobrepasar al niño. Mi pie dibujaba una perfecta circunferencia en el aire, al final de la cual se encontró con el pecho del otro guardaespaldas. La brutalidad del impacto y el golpe seco que resonó, hacían pensar que su esternón había cambiado de posición, así como el resto del cuerpo, pues después de un breve vuelo de 5 metros, tropezó con una de las paredes, para terminar cayendo al suelo, con la espalda en un ángulo imposible. Otro mas, pero el arma siguió disparando.

Uno estaba saliendo por la puerta, mientras otro le seguía de cerca. Cuando alcance al que estaba saliendo, el otro estaba llegando al suelo, no le sienta muy bien a los mortales que les secciones la medula espinal a la altura de la cintura. Al que intentaba escapar le concedí el privilegio de unos segundos mas de vida, mientras trataba de detener la hemorragia de su cuello.
Desde fuera volví a mirar hacia la habitación, ahora salpicada de sangre y llena de miedo. El miedo de todos aquellos que durante mi infancia me habían utilizado para sus propósitos. Ya nunca mas sentirían miedo, ya nunca mas sentirían nada, irían al infierno, y yo les abriría las puertas.

Un salto y volvía a tener la puerta cerrada a mi espalda. Bum, bum, bum, el arma siguió escupiendo sus letales dardos, hasta que no quedo nadie.

No se como, pero mi padre consiguió escapar, no importa, ya le encontrare.

Ahora velocidad. Iba en el coche, en el maletín la pistola y el cuchillo. Ensangrentados, yo también, mis manos, mis brazos, la cara,... ya estaba hecho. Estaba a punto de decidir que hacer cuando una voz sonó en el asiento de atrás. Me volví sobresaltado, un volantazo, por suerte conseguí mantener el control del vehículo. Ya con los ojos en la autopista, tome de nuevo el cuchillo. Me dijo que no serviría de nada contra el, entonces le observe por el retrovisor, todo de blanco, un blanco inmaculado, barbas y pelo blancos. Pero sus ojos, no eran nada bueno. No se cuanto tiempo paso, pero cuando volví la vista a la carretera, descubrí alarmado que solo había eso, una carretera, un carril, un sentido, pero a donde?

El tipo comenzó a hablar, me dijo que había metido la pata, que lo había estropeado. Detuve el coche, y me di la vuelta para hablar cara a cara. Empezó a decir algo, pero pocas palabras entraron por mis oídos, algo por encima de su hombro acaparo toda mi atención. La carretera por la que había venido se estaba desmoronando, cada vez mas deprisa, solo 50 m. separaban al coche del abismo. Arranque el coche, NO ! !, 40 m, otra vez, 20 m, por fin. Pise a fondo, y cuando comenzó a tomar velocidad, note que la parte de atrás dio un par de tumbos, por los pelos.

Pero eso no era lo único, delante una gran nube que se extendía kilómetros y kilómetros, de una oscuridad infinita, multitud de rayos, y una luz roja que iba engullendo la carretera que tenia por delante. Si detenía el coche el abismo, si aceleraba la nube, sea como fuere el infierno. Solo me quedaba escuchar lo que aquel tipo quería decirme. Me dio a elegir, el infierno, o sus condiciones. Elegí las condiciones, proteger la vida de Nick Mason, hasta que este cumpliese los 25 años de edad. “Para que el contrato sea efectivo, tienes que firmar con sangre”, dijo. Quedaban ya pocos segundos y el infierno estaba delante y detrás de mi. Tome el cuchillo por la hoja, y lo aferre. Le tendí la mano, hasta una asquerosa lengua que le salió de la boca. Justo a tiempo.

Volví a tomar el volante con firmeza, para tratar de esquivar al coche que tenia delante. Estaba en sentido contrario !. Una maniobra, y por fin a salvo.

Ahora solo me resta encontrar a Nick Mason, y proteger su vida con la mía, antes morir que acabar en el infierno.

2 comentarios:

Stratego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Tania-chan dijo...

Hey, mola, quiero leer mas!